lunes, 26 de noviembre de 2018

¿Qué pasó con los Casinos?




El día 15 de octubre del año 2000, durante la transmisión en vivo del sorteo de 200 mil bolivianos a cargo de la Lotería, ante la vista de todos los televidentes, la modelo a cargo de recoger los bolillos numerados sorteados por la tómbola, tomaba el bolillo de la máquina para llevarlo hacia la espalda y claramente hacía el cambio por otro número.
El caso derivó en la acusación por estafa al empresario a cargo del sorteo, a la modelo protagonista del cambio y otras dos modelos presentes durante el evento.
A raíz de este suceso, quedó en evidencia que el país carecía de una normativa específica a tales actividades y era necesaria una regulación a las diferentes formas de juegos de azar.
Los juegos de azar en Bolivia, desde la fundación como República hasta finales del siglo XX, habían permanecido en la clandestinidad por ser una actividad ilegal. Durante un corto periodo, el año 1936, se establecieron permisos para la actividad en las ciudades de La Paz y Oruro, pero con la promulgación del Decreto Supremo del 23 de julio de 1937, se declaraba la actividad ilegal, inmoral y contraria a las buenas costumbres y se ordenaba la clausura inmediata de todos los establecimientos. Fue hacia el año 1996 que el gobierno, a través del Decreto Supremo 24446, confiere a LONABOL las facultades para fiscalizar, controlar y administrar los juegos de azar, así como otorgar concesiones para la realización de la actividad previa licitación pública de acuerdo a las disposiciones legales aplicadas a procesos de contratación. A partir de ese año, se otorgaron licencias temporales a 200 salas de casinos y tragamonedas, con el fin de prevenir el crecimiento ilegal de esta actividad.
A partir del año 2003, con la promulgación del Nuevo Código Tributario, el Servicio de Impuestos Nacionales realizó varios operativos y clausuras temporales por el mal proceder en el proceso de facturación. El jugador ingresaba al salón, cambiaba los billetes por las monedas del corte aceptado por las máquinas o por las monedas del salón y en la mayoría de los casos se omitía la emisión de la factura.
En el año 2005 se producía el cambio de mando en el Estado y, para el nuevo gobierno, se hacía evidente la necesidad de establecer un ente regulador que garantice la seguridad de los participantes en juegos de azar, la transparencia de las actividades de las casas de juego y limitaciones que eviten que un jugador pierda su patrimonio.
Hacia el año 2007 se inició el tratamiento de una ley que regulase la actividad de juegos de azar y apuestas. Entre las principales razones que impulsaron el proyecto de ley, se encuentran el acontecimiento descrito al inicio, la creciente desconfianza de la población respecto de la autenticidad de los sorteos y promociones realizados por las empresas privadas, además de la falta de control en las máquinas de juego, que fácilmente podían ser manipuladas en su mecanismo de premiación. Además, se encuentran las consecuencias sociales que produce la adicción al juego.
El año 2010, finalmente se promulga la Ley 060, Ley de Juegos de Lotería y de Azar. Si bien la norma no prohíbe la realización de actividades de juegos de azar y apuestas, establece regulaciones para la constitución de establecimientos de juego en el país, además de severas infracciones a quien transgrediera la norma.
Entre los principales aspectos de la regulación, la norma señala que:
-          Los operadores de juegos deben proporcionar al jugador la información sobre la operación y procedimientos para los juegos ofertados.
-          Los operadores deben garantizar y asegurar el desarrollo de los juegos pagados y otorgar a la conclusión del juego la totalidad de los premios ganados por el jugador.
-          Las empresas que realicen la actividad de juegos de azar, deben tener un patrimonio de 350 mil dólares estadounidenses.
Así también, se establece el impuesto al juego, con una alícuota del 30%, aplicado sobre los ingresos brutos por la actividad; para el caso de actividades de promoción empresarial, el impuesto es del 10% sobre el valor del premio ofrecido. A la par, se crea el impuesto a la participación en juegos, afectando a las personas naturales que participen en juegos de azar, con una alícuota del 15% sobre el precio de venta de las rifas, talonarios, boletos, formularios, bingos, fichas o cualquier medio que otorgue al jugador el derecho de participar en las distintas modalidades de juego. Con estos tributos, el Ministerio de Economía y Finanzas proyectaba una recaudación anual por de alrededor de 200 millones de bolivianos.
En 2011, se crea la Autoridad de Fiscalización del Juego, como una institución pública con personería jurídica y patrimonio propio, con independencia administrativa, financiera, legal y técnica; supeditada al Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, con jurisdicción y competencia en todo el territorio nacional, Institución encargada de regular, controlar y fiscalizar las actividades de Juegos de Lotería, Azar y Sorteos, además de las Promociones Empresariales.
La Ley concedía a las casas establecidas el plazo de 120 días para su adecuación y regularización de la documentación necesaria para tramitar las licencias de funcionamiento; sin embargo, muchos establecimientos vieron por conveniente cerrar sus operaciones y otros más, recibieron la negativa en el trámite, por carecer de documentación específica o no cumplir con requerimientos técnicos.
Una vez cumplido el plazo establecido, se realizaron numerosas inspecciones e intervenciones a las casas de juego que continuaban operando, tanto para conocer si se encontraban cumpliendo con la normativa y en observación de que los procedimientos tributarios se encontrasen en aplicación.
Uno de los establecimientos más afectados por estos controles, fue el Bingo Bahití.
El Bingo Bahití había iniciado sus operaciones en Santa Cruz el año 2003. Se trataba de un proyecto millonario de la compañía europea Lotex S.A., que incluía la expansión a las ciudades más importantes del país, con una inversión programada de alrededor de 15 millones de dólares.
Pronto el proyecto se materializó, y las sucursales del Bingo Bahití se establecieron en las principales ciudades del país. La fama del Bingo creció de inmediato, pues no solo ofrecía un centro de juegos de azar, si no un espacio para el desarrollo de espectáculos y eventos de farándula, con una frecuente concurrencia de personalidades de los medios e incluso políticos que asistían a tales eventos.
Pero el año 2005, una auditoría realizada a la empresa Lotex por el presunto incumplimiento a los términos de la concesión suscrita con Lonabol, establecía una deuda de 6,7 millones de dólares, monto que, en el año 2007, cuando se presentaba la denuncia formal al Ministerio Público por fraude, se estimaba en 18 millones de dólares.
En todos los casos, gracias a la habilidad de sus abogados, el Bingo pudo interponer varios recursos, inclusive valiéndose de normas de antigua data que pudieran favorecerles.
Bajo estos antecedentes, no es de extrañar que, posterior a la promulgación de la Ley 060, el Bingo Bahití fuera el objetivo principal de la recién creada Autoridad de Fiscalización del Juego.
El 13 de julio de 2011, a pesar de la constante movilización de sus trabajadores pidiendo mantener la fuente laboral, el Bingo Bahití finalmente es clausurado. El gerente general de la empresa fue detenido bajo la acusación de enriquecimiento ilícito con afectación al Estado, delitos enmarcados en la Ley Marcelo Quiroga Santa Cruz, habiendo defraudado 500 millones de dólares. Además, se realizó el decomiso y destrucción de las máquinas que operaban en el establecimiento, iniciando el proceso de cobro coactivo de la deuda con el Estado.
El caso tomó mayor relevancia, cuando en el allanamiento realizado a la casa del ex gerente general del Bingo Bahití, documentos y medios informáticos implicaban al menos a 16 legisladores de diferentes departamentos del país. Así también, la investigación se extendía a funcionarios de alcaldías y gobernaciones, cuyos nombres figuraban en informes contables, pasajes aéreos, pagos de hoteles y facturas.
Pronto se implicaron a otros funcionarios y ex funcionarios en el proceso de investigación. Por una parte, los funcionarios de LONABOL que habían participado en el proceso de la otorgación de la concesión a LOTEX S.A. eran señalados por el Ministerio de Transparencia y Lucha Contra la Corrupción por haber ocasionado un daño económico de cerca de 64 millones de dólares al Estado, acusando a los funcionarios por delitos de conducta antieconómica, incumplimiento de deberes y contratos lesivos al Estado. Por otra parte, funcionarios del Servicio de Impuestos que participaron en operativos a la entidad y habrían hecho “la vista gorda” ante las irregularidades que se cometían en el Bingo.
En muchos casos, se presume que los funcionarios realizaban trabajos como asesores del Bingo, y en otros, recibían pagos a cambio de dar curso a los recursos presentados por el Bingo o entorpecer los procedimientos legales en su contra. Entre los funcionarios implicados en el caso se encontraría el entonces Senador Roger Pinto, a quien, entre las acusaciones de las que ya se encontraba defendiendo, se sumaba el haber recibido dinero de esta casa de juegos.
En junio del año 2013 el ex gerente general del Bingo Bahití fue liberado, generando la acusación por prevaricato del juez que dio curso tal resolución. El ex Senador Roger Pinto huyó a Brasil pidiendo asilo político y falleció el año 2017.
Al día de hoy, habiendo transcurrido 7 años, el caso continúa en un largo proceso judicial, extendiendo la investigación por Responsabilidad en la Función Pública, de acuerdo a la Ley 1178, cada vez a más funcionarios públicos implicados en hechos de corrupción y de extorsión, tanto de la gobernación, alcaldías, órganos judiciales y entidades de regulación, en lo que se ha denominado el “árbol de corrupción”.

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